El camino de la independencia

Siempre digo que no se contempla la emancipación como alternativa para las mujeres musulmanas. Es imprescindible un contrato matrimonial por el medio. Todo y que están cambiando las cosas y algunas familias permiten a sus hijas estudiar y compartir piso fuera de la ciudad. No dejan de ser una minoría muy pequeña en comparación con la realidad en la que nos enfrentamos. Lo que es innegables es que los padres quieren que sus hijas estudien. Puesto que muchas veces los padres no saben leer ni siquiera una carta. No quieren ver a sus hijas en la misma situación. Para ellos es un orgullo que estudiemos. Pero si pueden evitar que vivamos lejos del control familiar mucho mejor. Muchas jóvenes cuando sus padres les permiten seguir estudiando lejos de ellos aseguran como primera opción que el alojamiento sea en casa de algún familiar. Las dejan estudiar siempre que éstas respeten los límites marcados. También muchas otras jóvenes acaban eligiendo una carrera en la misma provincia en donde viven porque saben de sobra que no les dejarán vivir lejos de casa.

En muchas ocasiones digo que cuando una mujer musulmana decide irse de casa de sus padres lo tiene que planear a escondidas para después escaparse. A nosotras no nos permiten ir a vivir solas por mucho que lo deseemos. Somos muchas las que negamos seguir bajo estas normas autoritarias dictadas por la sociedad para controlar y ocupar nuestros cuerpos. El concepto es escaparnos de casa aunque tengamos más de 30 años. Para tomar una decisión como esta implica mucha fuerza mental, emocional y, sobretodo, tener presente las consecuencias que hay que asumir. Tener claro que no se negocia sobre tu libertad. No hay una marcha atrás. Pisotear tus emociones y anular su existencia porque es una decisión que duele, te mata en vida y siempre arrastra las secuelas. Escaparse es una decisión que lo cambia todo.

Nos someten a mucho chantaje emocional, culpabilidad y nos hacen responsables de sus reacciones. Antes de dar el paso hay que hacer un ejercicio de autoengaño, te dices en el espejo que eres demasiado fuerte para que te afecte todo esto. Hay que tener claro que no te dejarás manipular y armarte de valor. No solamente te escaparas de tus padres si no es que te enfrentas a una guerra emocional donde necesitarás ayuda de un profesional. Nuestras emociones se trastocan.

El patriarcado conoce nuestra debilidad: nuestras madres. Nos tocan donde más nos duele. A más de una de nosotras recibió amenazas tipo "si le pasa algo a tu madre será tu culpa", tu propia madre te dirá "si me da un infarto y me muera será por tu culpa" junto con intentos de suicidios para cargarte con la culpabilidad, reacciones dramáticas y mareos para que se presente la ambulancia a casa y que te manden fotos para presionarte, para alarmarte, para culparte y hacerte responsable. Tienes que ser de piedra para que no te afecten estas cosas. Demasiado bien algunas estamos.

En caso que no funcione esta estrategia seguidamente pasan al plan (B). Millones de llamadas telefónicas de día y de noche, mensajes con amenazas e insultos por las redes sociales, buscarte en casas de tus amigas, presentarse en el lugar de tu trabajo o bien donde estudias. Nos generan tanto miedo que las calles se vuelven inseguras. Llegamos a sufrir una psicosis social espantosa. Imaginarnos que estamos perseguidas continuamente y que en cualquier momento nos podrían encontrar. La situación nos ocasiona paranoias y mucha incertidumbre. Visualizar tus hermanos o tu padre en cualquier lugar y en cualquier momento, solamente la imaginación provoca ansiedad.

A más de una personas se preguntaría ¿por qué no denunciamos estos casos? Lo lógico que cuando alguien te persigue, te amenaza y te hace la vida imposible, evidentemente es un maltrato y hay que denunciarlo. Es muy complicado, por una parte, somos incapaces de denunciar a nuestra familia. Por otra, el problema no se desaparece con una denuncia. Es un problema emocional. Tenemos bien inculcado que hagan lo que hagan los padres son nuestros padres. Una denuncia es la línea roja que manifiesta romper para siempre la relación y nuestro objetivo es recuperarla con el tiempo. Ahora te preguntarás ¿Y qué si se rompe? La dependencia emocional es tan fuerte que todo el maltrato recibido nos impide denunciar. No es una dependencia emocional cualquiera, nosotras somos mujeres muy independientes, de hecho, muestra fuga de casa demuestra el amor a la libertad y a la independencia. La relación que tenemos construida con nuestras madres es inexplicable.

Como tercer plan, en todos los casos que conozco, cuando en casa se dan por vencidos suelen pasar página pero como última estrategia actúan como nunca tuvieron una hija con tal nombre. Dejan de mencionar el nombre de su hija y nadie de los hermanos se atrevería a hacerlo. Te cierran las puertas por mucho que quieras retomar la relación. Es una declaración de intenciones: Te perdonamos si vuelves a casa o no queremos saber nada de tí. Todo se convierte en el rechazo, en el abandono, pensando que si actúan de esta manera la hija volverá a casa.

Todas las mujeres con quien he conversado y compartimos experiencias parecidas no sabemos definir el apego que hay entre nosotras y nuestras madres. Lo que sí estamos seguras de que nuestro sufrimiento está atado al sufrimiento de ellas. Estamos conscientes de la presión social que se ejerce sobre ellas. Es terriblemente dañino. Nosotras nos hemos rebelado y nos importa muy poco la opinión social sobre nuestras decisiones. En cambio, ellas nunca entenderán nuestros actos y por "culpa" nuestra se enfrentan al castigo social. Ellas fueron preparadas a nivel emocional y social para dedicarse a la crianza de sus hijas. No saben hacer otra cosa mejor que eso. Entonces si las hijas no siguen el mismo camino que ellas es sinónimo de todo un fracaso en la vida. Somos el fracaso de su crianza.

Las condenamos a recibir latigazos por parte del padre, hijos varones, familia extensa y la sociedad en general. Las exponemos a un maltrato social. Es terrorífico para una madre el hecho de poner en cuestión su única función en la vida. Porque ella nunca entenderá una alternativa de vida para su hija que no pasa por un matrimonio. Sus hijas nunca se casarán a la manera que ella quiera ni con quién ella desea. Nunca podrá presumir ante la sociedad que su hija fue entregada con su honor intacto a su marido. Siempre se preguntará ¿Dónde he fallado? ¿Le he consentido más libertad de la cuenta? ellas también se autoculpabilizan y, siempre encontrará el familiar del turno que le recuerda "ya te lo dije, que no tenías que haberla dejado estudiar", mientras ellas siempre han defendido nuestro interés para estudiar. Cuando por la calle alguien les pregunta por su hija, acaba mintiendo por el miedo a ser juzgada y para evitar que vaya rulando el rumor "la hija de fulana se escapó de casa" que seguidamente añaden más vinagre al rumor para amargarlo con que ya no es virgen, se escapó con un chico, luego la dejó tirada después de usarla y hacerle perder lo más valioso que tenía.

Nuestras madres no están preparadas para estas situaciones y, muchas de nosotras somos los primero casos en la familia y dentro de la comunidad. Ellas son el cebo que utiliza el patriarcado para controlarnos. El patriarcado sabe muy bien que nuestra debilidad es nuestra madre y por esta razón las utilizan como arma contra nosotras. La madre recibe una presión social increíblemente fuerte y no trato de victimizarla pero lo que no pretendo es culparla.

Muchas de nosotras acabamos cortando con todos los lazos familiares incluido con ellas, pero eso no nos exime de seguir viviendo con preocupaciones. Sufriendo por ellas y por nosotras. Somos libres pero a escondidas. Cuanto menos sepan de nosotras mejor para todos. Intentamos evitar ciertos lugares y ciertas ciudades. No importa esperar cinco, diez o veinte años. Siempre con la esperanza que algún día nos perdonarían, nos aceptarían y nos entenderían.